Cenan
solas



01·DIC·2025
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Ya es Navidad en El Corte Inglés… y en Las Palmas de Gran Canaria (LPGC) lleva siéndolo desde que acabaron los finaos y empezamos a ver cómo las rotondas se llenaban de flores de pascua, las calles, de luces, y los centros comerciales presentaban su esperado (y cada vez más grande) árbol.
Es un tiempo donde se intensifican los sentimientos, generalmente los buenos: el compañerismo, la amistad o, simplemente, el estar y compartir juntos brota con mayor facilidad. Lamentablemente, hemos normalizado que esto sea un paréntesis que coincide con el turrón de Suchard.
Sentirte parte de algo es importante, pero esto va más allá de los sentimientos, porque hasta la persona más independiente siempre va a necesitar una ayuda. Por esta razón, que alguien esté solo es un problema.
No hablo de la soledad deseada. De hecho, muchas personas anhelan poder hacerlo, emanciparse y ser independientes. Cuestiones como el precio de la vivienda o el coste de la vida, en general, les impiden hacerlo. Por otro lado, que una persona viva sola tampoco significa estar sola. Muchas de ellas están muy acompañadas por su pareja, amistades y/o familiares, aunque en su vivienda solo estén ellas y sus cosas. Lo negativo es cuando alguien llega a esa situación sin quererlo ni desearlo.
De esto vamos a hablar, pero con datos.

Antes, debemos saber que, cuando un hogar lo compone solo una persona, el Instituto Nacional de Estadística (INE) lo llama “unipersonal”. El Censo mide este tipo de cosas cada 10 años, y el último disponible es de 2021. Si lo exploramos, esta fuente de información pública (sí, tus impuestos no solo sirven para pagar carreteras) nos dice que un 25,8% de los hogares en LPGC está conformado por una sola persona. Dicho de otra manera, 1 de cada 10 personas de la capital grancanaria vive sola.
Claro, este dato incluye tanto a aquellas que quieren vivir solas como a las que no les queda otro remedio… Al igual que con otros datos —que son reflejo de realidades más profundas y complejas—, la Geografía nos echa un cable para, como poco, descubrir qué está ocurriendo. Por cierto, esa especialidad de la Geografía puede tener varios nombres: demografía, geodemografía o Geografía de la población.
Volviendo a los datos que comentábamos, es importante reconocer que esta información es esencial para programar políticas sociales y ayudar a las personas. Por ejemplo, centrando el tiro en lo representado en el mapa, nos damos cuenta de que existe una parte significativa de la población mayor que vive sola. Concretamente, son 13.950 personas de 65 o más años las que viven no acompañadas en LPGC. Así que un cacho grande de los hogares unipersonales, en realidad, son hogares unipersonales… de personas mayores (37,8% del total).
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Ya sabemos que, con la edad, suelen aumentar las canas, pero, fundamentalmente, lo que se incrementa son las necesidades. Es ley de vida, por lo que el hecho de estar sol@ en esta etapa se puede convertir en algo fatal.
Hay zonas de la ciudad donde, del total de personas mayores, más de un 30% vive sola. Esto ocurre en los alrededores del Parque de Santa Catalina y la Puntilla, o, más concretamente, en manzanas muy pegaditas a la sede del Gobierno de Canarias.
Cabe preguntarse entonces —y que también lo hagan dentro de esa sede y otras— si estas partes de la ciudad están suficientemente dotadas. Por ejemplo: ¿tienen centros de salud cercanos y accesibles? ¿cuentan con clínicas de rehabilitación y gimnasia funcional? ¿es fácil encontrar rampas con pasamanos y bordillos rebajados? O —y esto es esencial—, ¿sus edificios tienen ascensor?.
Y todas estas preguntas se hacen para zonas céntricas; ahora imagínense las que se pueden hacer para otras más periféricas, donde el porcentaje de población mayor que vive sola supera el 10% y el 20%, como en Tamaraceite, La Cazuela, Los Giles, El Batán, Salto del Negro, El Lasso… y otras muchas.
Si damos la vuelta al mapa, encontramos otra faceta de esta realidad. La soledad de personas mayores en la vivienda también muestra una brecha de género. Esto se debe a uno de los pocos datos que favorecen a las mujeres cuando se comparan con los de los hombres: viven más.
Actualmente, el INE (2022) nos dice que la esperanza de vida al nacer de una niña en LPGC es de 5 años más que la de un niño (83,91 años versus 78,46 años). Así que una cosa buena nos trae otra mala. De hecho, allá donde al menos 1 de cada 4 hombres vive solo, también ocurre lo mismo con las mujeres. Queda claro, entonces, que la soledad en la tercera edad es más femenina que masculina.
Dicho todo esto, solo recordar que estas Navidades habrá muchas mesas llenas de comida, con sillas igual de numerosas y repletas de gente; pero más vale preocuparse de las viviendas y los hogares donde solo una estará ocupada, y hacerlo también cuando no suenan villancicos, porque, aunque te parezca imposible, a más de un@ le gustaría, por lo menos, escuchar a un cuñado pesado al año.
Esa misma multitud es la que deseamos en las clases de Geografía. Una que entienda que podemos servir para resolver problemas sociales y no solo para que ganes el quesito azul del Trivial sabiendo que las dos últimas capitales de Japón han sido Tokio y Kioto (que, curiosamente, en español comparten las mismas sílabas, solo que en orden inverso).
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De paso, estamos aquí para destrozar tópicos. El primero: es evidente que a nadie le pagan un sueldo por saber la capital de Kazajistán o la altitud del Teide.
Lo del quesito azul está bien, pero a las geógrafas y los geógrafos se nos queda bastante corto.
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¡Vamos a verlo!




