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la cole-grafía

01·OCT·2025

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Septiembre es el enero 2.0. de niñas y niños, pero también el de sus padres y madres… (y, claro, para los profes también lo es). El mes que acaba de finalizar es el reinicio de las rutinas y de los viajes mañaneros —con atascos incluidos— para llevar a los hijos al cole (sin olvidar el de regreso a casa en la tarde). 


Pero esa odisea por la ciudad, donde las luces de emergencia de los coches se amontonan cerca de las escuelas provocando un pequeño caos anaranjado de movilidad urbana, solo es la culminación de otra aventura previa: conseguir una plaza en el centro deseado. Cuando en un Centro de Educación Infantil y Primaria en Canarias las solicitudes superan las vacantes, se inicia un baremo donde muchos aspectos entran en juego: la renta per cápita de la unidad familiar, el grado de discapacidad, y otras cuestiones de protección social como la preferencia para conseguir una plaza de familias numerosas o víctimas de violencia de género, entre otras.  


Aquí la geografía también juega un papel importante, concretamente por los criterios de proximidad y eficiencia. Por ejemplo, existe una mayor prioridad para acceder a la plaza si se tiene un/a hermanito/a en el mismo centro. Al fin y al cabo, se trata de ahorrar viajes innecesarios y mejorar la vida de la gente (y, de paso, proteger el medio ambiente). En esa misma línea, también habrá una prevalencia atendiendo a la cercanía del domicilio familiar o el lugar de trabajo de padre/madre/tutor(a), lo cual es más evidente si esos mismos trabajan en el centro educativo. 


Pero hay más geografía en este asunto. Los centros educativos no aparecen en un lugar por crecimiento espontáneo, ni se distribuyen caóticamente. Existe un “reparto espacial” que atiende, según el Plan Canario de Infraestructura Educativa (2018-2025), a criterios técnicos como la evolución prevista del alumnado de 3 a 12 años por barrio y sección censal, la accesibilidad real (distancias, tiempos y barreras físicas —orográficas—), la capacidad y estado de los colegios ya existentes en cada zona y su posibilidad de ampliación, la disponibilidad de suelo dotacional bien situado según el planeamiento urbanístico municipal, y las necesidades pedagógicas y de bienestar. Con esto se prioriza la construcción de nuevos centros allí donde faltan plazas o los desplazamientos son más costosos, siempre que exista suelo apto para levantar un centro funcional y cercano a las familias. Todos estos son temas que requieren habilidad y competencia profesional para el manejo de fuentes y datos, y para el que están sobradamente preparados l@s estudiantes de Geografía de la universidad.

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Si observamos el anverso del mapa, nos damos cuenta de que la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria tiene una amplia oferta para escolarizar niños/as dentro de la educación infantil y primaria. En total son 150 centros, cuya localización también pueden encontrar de manera actualizada para cada inicio de curso en el buscador de centros educativos del Gobierno de Canarias

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Cabe destacar que a pesar de que el país dispone de un sistema educativo público y universal de los más avanzados y de mayor calidad del mundo, en la ciudad apenas existen dos centros educativos públicos (76) más que centros educativos privados (74), donde se incluyen centros concertados y privados no concertados. Es decir, estamos casi en un fifty/fifty (50%-50%).

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Con respecto a esto, merece la pena detenerse y reflexionar en este auge cuantitativo de la educación privada y la confusión tan frecuente entre “élite” y “calidad educativa”. Lo primero atiende puramente a una cuestión de estatus socioeconómico. Por ejemplo, supone responder a la pregunta de con quién quiero que se relacionen mis hij@s, más que de una preocupación principal por una “buena educación”. Quizás si soy racista y/o clasista, lo mejor es que sus amiguitos en el cole sean igual de (o más) blancos y ricos, por lo que las opciones públicas no serán la opción preferida, ya que en ellas se prioriza la educación como derecho básico y universal, y la diversidad es un eje fundamental en los criterios de admisión. â€‹

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Sin embargo, si los colores y euros no son tan relevantes, y se da más importancia a la calidad de los profesionales y la educación, probablemente me decante y “luche” por una plaza en el sistema público. No hay que olvidar que, a pesar de que lo público tiene pizarras menos bonitas y nuevas, el capital humano que escribe y enseña sobre ellas es de los más valiosos. De hecho, un/a docente de la educación pública lo es porque ha superado una criba que mide su calidad, mientras que en la enseñanza privada la contratación de su personal no ofrece garantías tan nítidas, y no solo son importantes los criterios de mérito y capacidad. La evidencia está ahí: ¿en qué sistema dan clase normalmente los mejores expedientes universitarios en educación y pedagogía?


La Geografía también nos da pistas sobre donde pone el foco cada sistema educativo. Mientras que los centros privados se concentran mayoritariamente cerca de las zonas más ricas de la ciudad (donde están sus potenciales clientes), los centros públicos tienen un reparto más homogéneo (para atender a tod@s sin distinción). Los datos indican que aproximadamente 2/3 de los centros de educación infantil y primaria de naturaleza privada se sitúan en las zonas de mayor renta de la ciudad, mientras que únicamente 4 de 74 lo hacen en las zonas de menor renta (no tan casualmente, todos ellos relacionados con misiones religiosas: San Juan de Dios; San Juan Bosco; San Miguel Arcángel; San Martín de Porres). 


Por otro lado, de la distribución espacial de los centros públicos, surge una forma menos conocida de organizar la ciudad. Esta partición urbana diferente de distritos y barrios que vemos en el mapa del reverso, divide el territorio en “áreas de influencia”. Según la normativa canaria estas delimitaciones sirven para marcar qué espacios urbanos tienen prioridad para acceder a un determinado centro educativo (público). En la práctica, sirve para ordenar solicitudes cuando hay más demanda que plazas. Es ahí donde nos damos cuenta de que, en varias partes de la ciudad, la oferta de plazas privadas es muy superior. De hecho, existen áreas donde el número de centros educativos de educación infantil y primaria privados multiplica por 5, 6 y hasta 7 el de escuelas públicas. 


Probablemente, esta carestía de plazas públicas conduzca a que algunos padres y madres matriculen a sus hij@s, aun no estando del todo convencidos, en otros sistemas y centros educativos. En el fondo, todas las personas sabemos que los centros públicos tienen un objetivo claro y único: educar. Mientras, los puramente privados y también los concertados, además de enseñar, persiguen también obtener beneficios económicos. Y ahí está la tensión: nunca queda del todo claro qué pesa más en la balanza, si la misión educativa o la cuenta de resultados.


En todo caso, este otro sistema y sus profesionales seguirá siendo esencial e imprescindible para satisfacer la demanda educativa, en lo que llega una educación pública de calidad para tod@s.


Además, no debemos descartar aliados que nos ayuden a mostrar que la Geografía es mucho más que acertar el quesito azul del Trivial sabiendo que el mar Caspio es el lago más grande del mundo, y que contribuyan a subrayar que, más allá de medir superficies de agua o clasificar sistemas formativos, lo verdaderamente esencial es mojarse por una educación de calidad.

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De paso, estamos aquí para destrozar tópicos. El primero: es evidente que a nadie le pagan un sueldo por saber la capital de Kazajistán o la altitud del Teide. 

 

Lo del quesito azul está bien, pero a las geógrafas y los geógrafos se nos queda bastante corto.

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¡Vamos a verlo! 

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