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Contento con los contenedores,
no tanto con la limpieza

01·JUN·2025

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No falta sitio donde meter la mierda en Las Palmas de Gran Canaria. Dicho así, suena horrible, pero la verdad es que es algo muy positivo teniendo en cuenta que cada persona somos una máquina incesante de consumir y, por lo tanto, de generar basura. Tener un lugar donde poder dejar nuestros desechos es realmente importante y, sobre todo, que ese lugar sea accesible, dentro de una red ordenada, bien repartida y gestionada. 


Por suerte, la red de contenedores cubre prácticamente toda la ciudad. Es decir, aunque no haya contenedores en cada esquina, es casi imposible no encontrarlos a menos de 150 metros de la puerta de casa (todo sin contar las papeleras). En toda la ciudad son 9.988 contenedores (de diferente tamaño y tipo, como los comerciales), aunque de ese total ya no podemos contar con 424 porque fueron quemados. En todo caso, no hay excusa, estamos bien servidos, aunque es cierto que cada contenedor cuenta. 


Y esto es así por una simple razón. Solo piensa por un segundo en la cantidad de residuos que producimos individualmente. Ahora recuerda lo rápido que, entre todos, llenáis el cubo (ojalá, los cubos, en plural) de la basura en casa. Añade el cubo de la vecina de arriba y su familia, y también lo que generan los del 5º izquierda, con tres niños pequeños y un perro. En realidad, el de todos tus vecinos, y los del edificio de enfrente, y el otro, y el otro…En definitiva, lo que acumulamos entre todos los habitantes y visitantes de Las Palmas de Gran Canaria, todos los días, sin descanso. 


Deja la calculadora, porque ya tenemos el dato. Según el Servicio Municipal de Limpieza en el año 2023 sumamos 137.288,27 toneladas de residuos sólidos urbanos. Al menos, esos son los que cayeron dentro de todos los contenedores de la ciudad. Eso es aproximadamente el peso de 2 Titanics y medio. Hechos de mierda, claro. Sí, el famoso barco trasatlántico que se hundió hace más de 100 años, donde, como en los contenedores, también había ratas… 


Ese número significa que cada persona genera 363,17 kilos de basura al año, lo que equivale a decir que, diariamente, desde un amanecer al otro, producimos casi un kilo de residuos. 1.000 gramos que incluyen de todo. 


Lamentablemente, la recogida selectiva de residuos está muy por debajo de esa cifra. Estoy hablando de lo que reciclamos, de aquello que metemos en el contenedor amarillo (envases), azul (papel y cartón) y verde (vidrio). 

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Del total recogido, no llegamos ni al 10% de residuos reciclados, nos quedamos en el 9,54% en el año 2023, aunque tiempo antes lo habíamos hecho un pizquito mejor (11,53% en 2020). Si recuerdas el dato de los 363,17 kilos por persona y año, fíjate que de esos solo 4,44 al año fueron, por ejemplo, el canutito del papel higiénico y la caja de tus zapatos nuevos, es decir, el papel y el cartón. Que únicamente, en esos 365 días, 2,38 kilos fueron los botellines de cerveza que tomaste viendo el partido o el frasco de colonia que utilizabas por las mañanas, es decir, el vidrio. Y que 11,81 fueron, en ese 2023, los envases de la carne y verdura del Hiperdino y las bolsitas del Shein y el Temu, es decir, envases de plástico. El resto probablemente también fueron en parte eso mismo, pero lo metimos en el contenedor gris, el general, el que supuestamente vale para todo. Lo hicimos así porque quizás teníamos pereza ese día, porque es un rollo tener cuatro cubos, o porque sí, y punto. 


Si miramos el mapa de distribución de contenedores dedicados al reciclaje, la verdad es que sigue sin haber excusa. La mayor parte de las zonas edificadas de Las Palmas de Gran Canaria cuentan con una cobertura completa (representado en gris) de los tres tipos de contenedores, el azul, el verde y el amarillo. Son pocas las zonas donde su ausencia es total (teñidas de blanco), y normalmente coinciden con grandes parques y jardines o con grandes superficies comerciales, portuarias e industriales (donde existe infraestructura privada dedicada a ello y no contemplada en esta cartografía). Pero la distribución no es perfecta y hay margen de mejora. Por ejemplo, sorprende que, en el barrio de Vegueta, el que aspira a ser Patrimonio de la Humanidad, haya zonas blancas, es decir, completamente desprovistas de estos contenedores de reciclaje, y otras manchas de color que indican que lo que falta son contenedores para envases (pintadas en amarillo), o incluso, que carecen tanto de contenedores para el reciclaje de envases como de papel (situación marcada en rosa). Estas manchas se pueden eliminar con solo unos pocos contenedores más, siempre y cuando se coloquen estratégicamente. 


Pero cualquiera que lea estas palabras, pensará que he dibujado un paisaje demasiado optimista. Sobre todo considerando que uno de los principales problemas que tiene esta ciudad, según perciben sus vecinos, es precisamente el de la limpieza.

 
Al menos ahora sabemos que el problema no radica en la infraestructura, que de hecho se ha ampliado recientemente con la incorporación del quinto contenedor —el marrón— destinado a los residuos orgánicos, los cuales se estima que representan en torno al 40 % de la basura que generamos.


Lo que ocurre es que la limpieza de las calles va más allá del contenedor. Probablemente el servicio necesite de más y mejores recursos, y más y mejores recursos también necesitan de más dinero. El Ayuntamiento ha decidido subir la tasa de basuras, y se calcula que aproximadamente eso significará una cuantía de 149 euros anuales por cada vivienda. Multiplicándolo por todas las viviendas en Las Palmas de Gran Canaria da una recaudación de algo más de 26 millones de euros. El problema es que el servicio cuesta 32. 


Por lo tanto, mientras esperamos (y exigimos) una solución, tendremos que aprender y aplicar el dicho de que no es más limpio el que más limpia, sino el que menos ensucia. Qué remedio… aunque debemos reconocer que nuestra corresponsabilidad como ciudadanos en evidente. ¿Quién no ha visto una lata de Clipper descolorida por el sol en cualquiera de nuestras aceras o barrancos, donde también abundan aparatos electrónicos, carros de supermercado, bolsas y cualquier otro tipo de desperdicio como si no hubiera casi 10.000 contenedores en toda la ciudad? Viendo los buenos resultados del GranCa, cuesta creer que sea por un problema de puntería y no sepamos encestar bien.

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En este barco vamos todos y recuerda que el Titanic se fue a pique por desatender la existencia de un peligro real y no cambiar el rumbo. El próximo 5 de junio es el Día Mundial del Medio Ambiente, y probablemente sea una buena fecha para empezar a hacer propósito de enmienda. 


Por último, y perdona por ser pesado, pero te vuelvo a recordar que saber donde ubicar las infraestructuras es fundamental para que estas sean efectivas. Las geógrafas y los geógrafos nos dedicamos a eso, a encontrar el lugar idóneo a través de análisis avanzados para que una inversión sea eficaz, de ahí que sea tan importante contar con buenos profesionales en este campo. Si nuestra sociedad sigue pensando que únicamente seguimos manejando brújulas y solo somos un recurso los domingos por la tarde cuando necesitamos el quesito azul del Trivial, ¡pues mucha mierda! digo, buena suerte.

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De paso, estamos aquí para destrozar tópicos. El primero: es evidente que a nadie le pagan un sueldo por saber la capital de Kazajistán o la altitud del Teide. 

 

Lo del quesito azul está bien, pero a las geógrafas y los geógrafos se nos queda bastante corto.

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¡Vamos a verlo! 

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